Con sus palacios, mezquitas, mercados y jardines, Marruecos es un destino turístico especial y mágico. Gracias a su cultura, que los marroquíes han sabido preservar a lo largo de los años, este lugar tiene un encanto propio. Su gastronomía y arquitectura no dejan indiferente al viajero, que estimula sus sentidos con nuevos sabores, aromas y diseños textiles. Por ejemplo, degustando la abundante cocina marroquí o descansando en uno de sus famosos riads.

Marruecos: un vistazo a los riads más bellos

Marruecos © Riad Nora

Marrakech: plazas, mercados e historia

Marrakech es la ciudad más visitada de Marruecos, y no sin razón: esta localidad amurallada, llamada también “la ciudad roja”, ofrece infinidad de cosas que ver y hacer. La plaza Yamaa el Fna es el centro neurálgico y corazón comercial de la ciudad. Todas las rutas por la medina desembocan finalmente en esta plaza, uno de los mayores espectáculos del mundo, incluyendo encantadores de serpientes, monos de la Berbería, echadores de cartas y bohemios. Aquí los puestos callejeros ofrecen delicias tradicionales, como tajines, brochetas, cuscús y pescados preparados tradicionalmente. Quienes deseen comer con más comodidad y sentados a la mesa, encontrarán lo que buscan en los cafés y restaurantes de alrededor. Entre sus muchos atractivos, se recomiendan visitar la Ben Youssef, la escuela coránica más grande de Marruecos. Junto a ella se encuentran también el museo de Marrakech y la cúpula almorávide, que puede visitarse por dentro. Los imprescindibles son los jardines Majorelle, las tumbas saadíes, redescubiertas en 1917, y el palacio de la Bahía.

Fez: una ciudad para descubrir una y otra vez

© Palais AmaniFez es una de las ciudades medievales más preciosas del mundo y su medina no solo es la mayor zona peatonal del mundo sino que también ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1981. La mejor forma de conocer esta ciudad es perderse por sus callejones y vivir la experiencia marroquí desde dentro. La entrada principal a la medina es la famosa Puerta Azul, formada por tres arcos de color azul que son un anticipo a la belleza que espera dentro. Al igual que en la mayoría de las ciudad de Marruecos, Fez tiene su propia escuela coránica. Esta se encuentra parcialmente en uso y los turistas solo pueden acceder a una zona de la misma. Fez también ofrece museos, diversas fuentes y tradicionales zocos, que pueden descubrirse paseando por sus calles y dejándose maravillar con su belleza. Tras visitar las mezquitas y plazas, llega el momento de conocer un sitio característico de Fez: las curtidurías tradicionales. Esta es la típica postal de la ciudad en la que se ven diversas fosas con tintes, donde se tiñen cueros con la técnica tradicional. Después de un largo día de paseo, la mejor manera de coronar el día es subir a la terraza del riad y contemplar el atardecer. Además de una vista increíble, los riads se caracterizan por ofrecer un servicio de calidad entre muros repletos de historia y tradición.

Essaouira: para recorrer a pie

© Hôtel Océan VagabondEsta medina es una visita ineludible para quienes visitan Marruecos. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la localidad no permite el ingreso de vehículos. La misma está rodeada de murallas y cuenta con diversas puertas que llevan a los visitantes a descubrir un nuevo mundo de colores, sonidos y aromas. Desde fuera, Essaouira se ve como un paisaje que combina a la perfección el color ocre rosado de sus murallas con el blanco de sus casas y el azul intenso del mar y el cielo. Los amantes de la música no querrán perderse el festival de música, artes y cultura Gnaoua, que tiene lugar en junio. No será necesario recordarle a los fanáticos de Juego de Tronos que aquí se rodó la tercera temporada de la tan aclamada serie. Essaouira es una absoluta maravilla, y sus riads permiten descansar apropiadamente para así aprovechar cada segundo en la medina.

Marruecos – su impronta

Los llamados “riads” son típicos hoteles de estilo marroquí, situados normalmente en el centro de la ciudad (también llamada medina). En ellos, las habitaciones rodean al jardín central, que a veces luce una preciosa fuente, corazón de su diseño. Este es el alojamiento ideal para quienes quieren vivir en primera persona el encanto oriental.