Italia muestra su lado más pintoresco en el tacón de la bota: colinas poco profundas, fértiles almendros y olivares, además de viñedos y casas de labranza tradicionales como hoteles. En el extremo sur, alrededor de la península de Gargano y las islas Tremiti, se encuentran costas encantadoras para bañarse y explorar la naturaleza. Las típicas casas redondas de piedra, llamadas trulli, que en su día contribuyeron a que Aberobello se convirtiera en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, son inconfundibles. Lecce, por su parte, brilla por su arquitectura barroca.